Ser líder ministerial es una tarea extenuante emocional y espiritualmente. La obra del Señor nunca ha sido fácil, menos en estos tiempos donde las tinieblas van avanzando raudamente y “La noche está avanzada…” (Rom.13:12).
En este contexto es muy fácil caer en desaliento al ver que los esfuerzos no traen frutos rápidos, los avances no son los que esperamos, mis batallas personales se intensifican y la oposición pareciera siempre creciente.
Cuando batallamos con el desánimo, uno de los mayores problemas es que perdemos la habilidad para entender la realidad o las circunstancias que nos han llevado al lugar donde nos encontramos. Nuestros análisis tienden a estar influenciados por nuestro estado anímico en vez de la voz de Dios. Tal fue el caso del profeta Elías. En 1ª Reyes 19 se nos muestra el profundo desaliento al que él se enfrentó. Después de haber tenido una gran victoria espiritual, Elías huye por temor a las amenazas de Jezabel.
Escondido en una Cueva, el Señor le pregunta ¿Qué haces aquí Elías? (V.9) En medio del desaliento, probablemente lo que esperarías son palmaditas en la espalda, unas palabras de aliento… pero Dios no hace esto, sino que le dice: ¡que sucede contigo Elías! ¿Por qué estas huyendo? ¿Por qué te estas escondiendo?
Las siguientes palabras del Señor son ¡Sal de tu cueva y preséntate delante de mí! (V.11) El desaliento no se soluciona huyendo o escondiéndose, se soluciona buscando la presencia de Dios.
Cuando estamos enfrentando el desaliento, pensamos internamente en nuestra quimera espiritual ¿quizás una experiencia de poder podría cambiar mi situación? Los v.10-13 nos dice que vino un viento huracanado, un terremoto y fuego, y el Señor no estaba en ninguna de esas tres potentes situaciones. Finalmente vino un susurro apacible que volvió a hacer la misma pregunta ¿Qué haces aquí Elías?.
Nuevamente el profeta cuenta su triste historia “Sólo yo te amo, sólo yo me preocupo por tu obra, sólo yo quedo y me quieren matar” (v.10 & 14). Note que la respuesta de Dios NO es una palabra de aliento o consuelo, la respuesta de Dios es asignarle tarea (v.15-16).
El líder conforme al corazón de Dios, debe aprender a escuchar la voz de Dios. Dios nunca nos habla lo que queremos escuchar sino lo que necesitamos escuchar. En medio del desaliento esconderse no es la solución, arrancar no es la solución, poner manos a la obra es la solución de Dios. El líder espiritual debe entender que el susurro del Espíritu siempre nos impulsa a la tarea.
Cuando entendemos este principio de liderazgo espiritual y nos aventuramos a caminar por fe y no por nuestros estados de ánimo, empezamos a recobrar animo por el gozo de estar cumpliendo la voluntad de Dios, empezamos a ver en el camino como Dios pone las cosas en orden (v.17) y como no soy el único a quien le interesa la obra de Dios y su progreso (v.18)
¿Estás pasando por un período de desaliento? Te sugiero un par de cosas. No te victimices, No te aísles, No Culpes. Se intencional en buscar compañía en tu equipo, otros líderes o tus pastores. Intensifica tus tiempos devocionales, inicia nuevos proyectos que te re-encanten con tu ministerio, re-oriéntate hacia la tarea.
Oro para que el Señor te empodere con su Espíritu. Un fuerte abrazo, en el amor de Cristo… Pastor Jonatan González