Como líderes espirituales debemos entender que vivimos insertos en una cultura individualista. Cada persona está en el negocio de encontrar su propia satisfacción. Desconocer esto es simplemente ser incapaces de autoanalizarnos, pues aún en el cultivo de nuestra vida espiritual, se proyectan matices fuertemente arraigados en nuestro propio ego y no en lo que Jesús enseño.
Filipenses 2:4 dice “No busquéis vuestro propio provecho, sino el de los demás”. Pensar simplemente en esta expresión nos revela que la cultura del reino va contra la corriente de la cultura popular. El líder que ha de ser usado por Dios entiende y vive profundamente esta verdad.
En el cultivo de tu vida espiritual, debes entender que tu llamado no es sólo a vivir conectado con Dios, sino también a conectarse con los demás. La gran mayoría de la iglesia busca a Dios para su propio provecho; tú como líder espiritual debes ir al siguiente nivel, y sacrificar en bien de los demás. Además, debes saber que el auténtico cultivo de nuestra vida espiritual, contiene dos elementos graficados en la misma cruz, verticalmente vivimos conectados a Dios y horizontalmente somos instrumento de bendición para nuestros hermanos (as). La desconexión al cuerpo de Cristo, revela que la cultura popular es más fuerte en ti que los principios que pregonas profesar.
En tu relación con los demás, siempre debes estar buscando el ideal del reino y no ser la excepción del reino. Somos llamados a cultivar interdependencia NO independencia. Por medio de tus actitudes, pensamientos y relaciones debes proyectar y promover “…un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento” (Filipenses 2:2 NVI). Para lograr esto un buen ejercicio es pensar en la trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo siempre se está honrando uno al otro, ninguno sobresale, todos cooperan e interactúan sin buscar destacar, ni tampoco distanciarse.
Al ejercer tu liderazgo, lo debes hacer de acuerdo al carácter del reino, no vanagloriándote sino con humildad (Fil. 2:3). Debes Aprender que el valor que tienes para Dios, es el mismo valor de las personas a quien lideras. Por eso siempre debes mirar por el bien de lo demás, y mira a los demás como superiores a ti mismo. Esa fue la actitud de Cristo, la cual le trajo reconocimiento eterno (Filip. 2:5-11) y esa ha debe ser nuestra actitud. Cualquier otro camino que sigamos siempre nos inclinará o al orgullo y la religiosidad o a la frustración e insatisfacción, porque estamos desenfocados.
Cuando entendemos este principio de liderazgo espiritual y nos aventuramos a cambiar nuestro enfoque, de uno anímico (auto-enfocado) por uno corporativo, empezamos a disfrutar la dicha de ser instrumentos de bendición, restauración y sanidad para quienes ministramos.
Te sugiero un par de cosas; Primero ¡analízate! ¿Mis pensamientos, actitudes y acciones reflejan la cultura del reino o la cultura del mundo?, ¿Estoy conectado con la vida de la iglesia? ¿Cómo pienso de los demás? ¿Cuál es mi actitud hacia los demás? Segundo ¡Reafirma lo que estás haciendo bien! Tercero ¡Corrige lo que estés haciendo mal!, un buen comienzo sería aprender a dar honra a los demás, fijarte en lo bueno y no en lo malo, elimina malas actitudes y lucha contra pensamientos de autosuficiencia.
Oro para que el Señor te empodere con su espíritu, un abrazo en el amor de Cristo
Tu pastor
Jonatan González