Puedo decir con toda certeza que la prudencia es el arma secreta del liderazgo. Muchos líderes cristianos teniendo los dones y el talento para llevar adelante su ministerio han carecido de prudencia y esto ha socavado sus ministerios.
La prudencia es la virtud de vivir de manera justa, adecuada y moderada. Es la habilidad de comunicar claramente y respetando a los demás. Bíblicamente es la sabiduría práctica para movernos en los diferentes aspectos de nuestra vida con pensamiento reflexivo, ejerciendo dominio propio sobre nuestras emociones y actuando con templanza.
Liderar conlleva intrínsecamente trabajar con personas. En nuestro caso liderar implica relacionarnos con personas de diversas nacionalidades, de ambos sexos, de diferentes niveles educacionales, de diferentes edades, etc. Todo ello conlleva el potencial de conflictos interpersonales, por eso es vital la templanza.
Un buen líder entiende esta realidad y trabaja en sí mismo para llevar adelante su ministerio en armonía y no en caos. En términos simples, “un buen líder es un experto en desactivar bombas”. El líder no es un ocasionador de problemas sino un solucionador de ellos. Un buen líder no le echa más leña el fuego sino que lo apaga, porque no está pensando en sí mismo sino en la armonía de todo su equipo. Para hacer esto es clave la prudencia.
A continuación te comparto cuatro casos en los que necesitas ser prudentes.
Necesitas prudencia cuando eres insultados. Rara vez alguien en la iglesia insulta directamente, pero a través de palabras indirectas, actitudes y acciones es muy común que un líder sea ofendido. La escritura enseña: Prov. 12:16 “El necio muestra en seguida su enojo, pero el prudente pasa por alto el insulto”. Aprende a poner en práctica este principio.
Necesitas prudencia para emitir opiniones. El que seas líder no te califica para que opines de todo y de todos. Existe la tentación de responder ante cada situación y de exponer nuestros puntos siempre. La escritura enseña: Prov. 10:19 “En las muchas palabras no falta pecado; el que refrena sus labios es prudente”. Pon en práctica este principio domina tu boca y así evitaras muchos problemas.
Necesitas prudencia para discernir tu proceder. Cada paso que damos, cada acción que tomamos, cada situación que enfrentamos debe ser precedida por un tiempo de amplia reflexión. La escritura enseña Prov. 14:8 “La sabiduría del prudente es discernir sus caminos, pero al necio lo engaña su propia necedad”. Si no tomas suficiente tiempo para la reflexión, lo más probables es que tu accionar se base en el engaño de tu propia torpeza humana y no en la motivación que viene por la dirección del Espíritu en tu vida. Siempre el Espíritu te hace discernir tus acciones. Date ese tiempo.
Necesitas prudencia para mantener la calma. Puedes estar muy bien, pero una llamada telefónica, una situación externa que no puedes controlar o una reacción de otra persona, pueden hacerte perder tu equilibrio interno. La escritura enseña Prov. 17:27 “… el que es prudente controla sus impulsos”. Un impulso sin control puede dañar tu reputación, tus relaciones y tu ministerio. Cultiva esta virtud.
Como líderes siempre estamos en la palestra para bien o para mal. Considere Eclesiastés 10:1 PDT “La mejor sopa se echa a perder si le cae una mosca. La menor tontería echa a perder tu fama de sabio”. Cultiva la prudencia y así te mantendrás siempre en la senda del crecimiento, con relaciones sanas que son la base de tu liderazgo.
Oro para que el Señor te empodere con su Espíritu, un abrazo, en el amor de Cristo, pastor Jonatan G.