Editorial

Dios Cambia Nuestra Historia

La historia que encontramos en las escrituras en 1 de Samuel 1:1 – 28,  refleja una situación compleja y sin mucha esperanza, sin embargo, las circunstancias  cambian radicalmente  cuando Ana, se presenta delante de Dios con un corazón sincero y manifiesta su necesidad, sin ocultar ningún antecedente ante su Señor.

Ana era una persona que recibía constantemente burlas y esto provocaba en ella tristeza, rabia, enojo etc.   Penina,  para provocar estas emociones en Ana, le manifestaba permanentemente  su condición de no ser madre.    Encontramos en este relato que Elcana, amaba a Ana y de forma muy segura le expresa, frente a su amargura por no tener hijos “No te soy yo mejor que diez hijos” 1:8. Tal vez es un gesto de forma impulsiva,  para ayudar a su esposa y decir “no importa Ana, yo estoy aquí” quizás  otros lo podrán sopesar como una afirmación de altivez, en lo personal creo que fue su primera reacción al ver el sufrimiento en el rostro de su amada.

Tomando en consideración que todos los años esta historia se repetía entre Ana y Penina , ya que Elcana  su marido,   subía de su ciudad junto a su familia, para ir  adorar y ofrecer sacrificios a Jehová de los Ejércitos en Silo, donde estaba el sacerdote Elí.   Ana, luego de participar de la comida, se levantó y oró con amargura de alma y lloró abundantemente, pero en esta escena también estaba el sacerdote  de Dios, Elí, él se encontraba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová. Al ver esta escena quiso  saber que decía esta mujer, pero sólo pudo observar el movimiento de sus labios, Ana estaba hablando en su corazón y su voz no se oía, sin embargo , nuestro Señor la escuchó con atención, como Él suele hacerlo con nosotros, su oído sigue atento a nuestras oraciones.

El sacerdote al ver este cuadro, de forma apresurada le dice  ¿hasta cuándo estarás ebria?,  Luego le ordena “Digiere tu vino” 1:14,  Ana le explica que es una mujer atribulada de espíritu y le señala que no ha bebido vino ni sidra, sino que ha derramado su alma delante de Jehová.

Ana, solicita con humildad al sacerdote, que no piense  que  ella es una mujer impía, porque ella ha hablado con Dios desde su aflicción de ánimo.

La respuesta del sacerdote Elí, fue una luz de esperanza para Ana y sin duda, una respuesta de Dios “Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho” 1:17, Creo que para Ana, fue un refresco para su alma escuchar esta declaración y se refleja en su respuesta  “halle tu sierva gracia delante de tus ojos” 1:18,  luego de ese encuentro, Ana no tuvo más tristeza.  La petición de Ana fue respondida al concebir a Samuel quien “creció, y Jehová estaba con él y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras” 1 Samuel 3:19, pero su bendición fue mayor, tuvo tres hijos y dos hijas.

En este  tiempo en que  convivimos con una pandemia, tenemos siempre la posibilidad de orar  abriendo nuestro corazón y presentarnos delante de nuestro Dios, por intermedio de nuestro Señor Jesucristo, tal como somos, con nuestras virtudes, debilidades y circunstancias que estemos enfrentando de forma individual, familiar o congregacional.

Nuestra  situación frente a los ojos de los  hombres puede ser imposible, no obstante, debemos recordar que nuestra historia es diferente cuando recurrimos al Señor con un corazón sincero, Ana recibió de Dios el milagro y nosotros también podemos recibir ese milagro.

Dios sea contigo.

 

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