Es el profeta Jeremías el que nos invita a orar por la paz de la ciudad:
Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz. Jeremías 29:7
La noche del viernes, Santiago vivió una jornada de protestas y manifestaciones que desembocaron en lamentables hecho de violencia. Daños a la propiedad pública y privada y un centenar de personas heridas, entre ellos muchos carabineros.
Dar gracias a Dios, que a pesar de los destrozos materiales, que son cuantiosos, no se tienen que lamentar víctimas fatales. Gracias a Dios por no tener que lamentar víctimas fatales.
¿Que debemos hacer?
Nuestra primera respuesta a estos acontecimientos es la oración. Procurar la paz significa que nos interesa la paz de la ciudad, y si es que realmente nos importa la paz de la ciudad debemos estar orando siempre para que podamos vivir quieta y reposadamente (I Timoteo 2:2).
Estamos viviendo tiempos de mucha efervescencia social. Son muchas personas las que se sienten postergadas en sus legitimas aspiraciones.
No hay duda que la justicia social contribuye a la paz de la ciudad; pero faltan líderes que puedan ponerse al frente de estas legitimas demandas y poner atajo a quienes aprovechando estas legitimas aspiraciones de justicia social, tienen una agenda oculta y son los que promueven la violencia. También se requiere que las autoridades puedan reaccionar a las demandas sin esperar a situaciones extremas.
Nuestro deber es orar por los que están en autoridad para que Dios les de sabiduría y sepan como conducirnos durante estos tiempos.
La iglesia tiene claro su rumbo, estamos aquí en la tierra para predicar el mensaje de reconciliación: Reconciliar a las personas con Dios, reconciliar a las personas con su prójimo, y reconciliarse consigo mismo.
Obispo David Anabalón V.